No asciendes en el trabajo porque...

Es simple: no basta con tener algo de antigüedad y con trabajar eficazmente. El secreto para recibir una promoción reside en otros factores. Puede ser que no asciendas porque:

No eres material de liderazgo
Esto es un poco más complicado de explicar. Para algunos mandos directivos de empresa, las cualidades de un líder deben saltar a la vista, contagiando a tus compañeros de entorno al punto de que imiten tu dedicación por el trabajo. Si no estás teniendo esta clase de influencia, no eres la persona que están buscando para guiar al resto. No te confíes, tienes que pulirte en las relaciones públicas internas si quieres obtener esa oficina privada y tu propio espacio de estacionamiento.
Solución.
No caigas en servilismos, simplemente busca un punto en común para entablar una relación más humana (y no ciento por ciento laboral) con tu jefe. Puede ser algo tan simple como el interés por algún equipo profesional o un pasatiempo en común, el secreto es descubrir cuál es ese punto de enlace y cultivarlo sin esforzarte demasiado.

Intentas agradar demasiado
Sabías a lo que llegaríamos al final del punto anterior, ¿no es así? En efecto, algunas veces se nos pasa la mano cuando queremos tener un acercamiento cordial con el jefe, y este esfuerzo excesivo salta a la vista de forma negativa. Por un lado, tus superiores se mostrarán suspicaces ante esa actitud servil y tendrán cuidado en mantenerte a distancia suficiente como para no incomodarles. Y por otro lado, perderás el respeto de tus compañeros de oficina, quienes te tacharán de tan sólo otro lamebotas destinado a vivir a la sombra del jefe.
Solución
Mídete en tu trato hacia el jefe y hacia tus iguales. Cuando comiences a hacerlo y veas que las cosas marchan igual de bien (incluso mejor que antes), te darás cuenta de que no necesitas recurrir a la pérdida de tu autoestima para sobresalir.

Te sientes ignorado
Posiblemente crees que eres una parte esencial del día para tus superiores, y si ellos no te prestan la atención adecuada se impone sobre ti una actitud de enojo y frustración, misma que se ve reflejada en tu desempeño
Solución
¡Deja de quejarte! Aburres a todo el mundo con esa actitud. Por no mencionar que te manifiestas como el clásico mártir que nunca percibe justicia en torno a lo que sucede en su vida. Si aprendes a canalizar esa energía que ocupas en quejarte ante personas inconsecuentes en una de autopromoción inteligente, comenzarás a recibir más atención de parte de las personas que importan para determinar tu ascenso (en vez de todos los demás que te dedican una mirada que dice: ¡pobre!).

Te crees mejor de lo que eres en realidad
Así es, señor modesto. Quizá no es cuestión de sabotaje del alto mando, o de una conspiración en torno a tu persona. Quizá todo se trata de que sientes ser mucho más capaz de lo que eres. Y lo peor de todo es que lo crees tan fervientemente que eres incapaz de solucionar estas carencias en tu vida profesional.
Solución
¿Cuántos cursos, diplomados o ciclos de instrucción has tomado en el último año? ¿Qué hay de congresos y seminarios a los que hayas asistido? Y no me refiero a aquellos que has atendido porque la compañía te obligó a hacerlo, sino a los que has decidido tomar por cuenta propia para convertirte en un empleado más capaz. Si tu respuesta es negativa, y si notas que otras personas sí se preocupan por enriquecer sus historiales con estas actividades, puede ser hora de que dejes de considerarte tan experto. Ponte a trabajar en algo más que lo que estás obligado a saber.

No te amas lo suficiente
El otro extremo es representado por quienes, no importando lo capaces que sean, no consideran estar a la altura de las circunstancias requeridas para llegar a la cima. Por eso mismo, pese a que los elementos se llegan a conjuntar en su favor y los jefes esperan de parte de ellos un ¡aquí estoy, considérenme!, simple y sencillamente desaparecen a la hora de la verdad, todo por temor a decepcionar una vez que ocupen ese sitio.
Solución
Quizá ésta es la solución más divertida: analiza las cualidades yen especial los defectos de otros compañeros de trabajo que hayan sido ascendidos recientemente. Compárate con ellos. No estás tan mal, ¿verdad? Todo es cuestión de estimar lo que en realidad posees y convertirlo en tu mejor herramienta para escalar hacia la cima.

No tienes el apoyo de los demás
¡Ah, los demás! Qué concepto tan peculiar. Cuando te conviene, son sólo obstáculos que te impiden llegar a tus metas, y de repente pueden convertirse en tus aliados y tu punto de apoyo para alcanzarlas con mayor facilidad. Si no te has preocupado por conseguir que sean esto último, no digo que no llegarás a un ascenso, pero puedes estar seguro de que te costará el doble de trabajo.
Solución
Es hora de recordar las fechas de cumpleaños, las invitaciones a jugar póquer e invitar una ronda de cervezas de vez en cuando. También es hora de brindarles ese apoyo que has venido dejando a un lado por estar demasiado ocupado en tus propias obligaciones. El ascender es, en cierta forma, un juego de números, yen este caso el mayor número de personas apoyando a una en particular te otorga una ventaja estimable.

No quieres ascender
Este es el principal motivo. Aunque suene contradictorio, muchas personas no logran alcanzar un ascenso simplemente porque se sabotean a sí mismas. Existe un motivo oculto que les impide dar ese paso decisivo, y lo usan como argumento para frenar su propio progreso.
Solución
Pregúntate si realmente estás preparado para encarar las responsabilidades añadidas y la presión que conlleva un puesto más elevado en el organigrama. Si tu respuesta, con toda sinceridad, es afirmativa, olvídate de la comodidad de tu puesto actual y concéntrate ciento por ciento en obtener el ascenso.

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